Apenas sintió la explosión se quedó unos segundos en shock hasta que reaccionó. Enseguida llegaron los bomberos, las ambulancias, los rescatistas, una camilla detrás de otra, las sirenas que no paraban de sonar, el peligro de una segunda explosión. Había que ‘contar nuestros pollitos’, porque había un peligro inminente de que el edificio siguiera derrumbándose. Tiene miedo de que pueda suceder algo así de nuevo. Minutos antes, Reinier Navarro colocaba unas cabillas en el tercer nivel, en el área del antiguo cine Payret frente al Capitolio, a una cuadra del Saratoga.
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